Nuestro
mundo cambia constantemente, pasamos de niños a adolescentes, de primaria a
secundaria, de solteros a casados, de un trabajo a otro, etc.
La
manera en la que afrontamos cada uno de estos cambios, depende exclusivamente
de nosotros. El papel que jugamos tal vez coincida con el de alguno de los
personajes de la fábula: Fisgón, Escurridizo, Hem o Haw.
Por
el momento mi caso se centra en mi familia, mismo que expongo a continuación.
En
casa se venía realizando el consumo de alimentos sin ningún control específico
con respecto a cantidades, se dejaba en libertad de comer todo lo que se
quisiera. Estábamos ubicados en una zona de confort, en la cual aparentemente
no había problemas. Sin embargo, cada uno de los integrantes tiene diferente
metabolismo, mi hijo tiende a subir de peso con facilidad, sobretodo en período
vacacional, dado que en este lapso él tiene menos actividades.
Hace
unos días, en la última visita al médico, él me hizo la observación de que mi
hijo se encontraba por arriba del peso permitido, de acuerdo a su talla. Y algo
más, si el subía un kilo más, estaría con problemas de sobrepeso.
En
ese instante se encendió una luz de alerta… le comenté al pediatra lo que
estaba haciendo con referente a su alimentación y él me hizo algunas
sugerencias.
En
familia analizamos lo que hemos estado haciendo e intercambiamos opciones que
nos puedan ayudar a mejorar la salud, llegando a la conclusión de que no era conveniente
cambiar solamente la alimentación a mi hijo; sino más bien, cambiar nuestros
hábitos alimenticios en la familia. Desprendernos de viejas costumbres.
Ese
día iniciamos con el consumo de alimentos diferentes.
Ahora
es el momento para abrir la puerta a nuevas dietas, presentar una gama más
amplia de alimentos, ser flexibles, motivarnos unos a otros, ser diferentes
para bien (ejemplo) y buscar acciones alternas como lo son las actividades
físicas. Explorar el laberinto.
Estamos
en la búsqueda de nuevas perspectivas, sabemos que los hábitos no se modifican
de un día para otro, pero también consideramos que la constancia y la
perseverancia rendirán frutos.
Sé
que para algunos es más difícil que para otros, pero estamos en la firme
convicción de mejorar la salud de los integrantes de la familia. Tenemos que
cambiar por el bien de nuestro hijo y por nuestro propio bien.
Nada se puede mejorar, mientras no cambie uno
mismo.
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